Al principio fue el empleo. Después, surgió la marca empleadora.
¿Cuando piensas en tu compañía, qué te viene a la mente?
¿El organigrama?
¿Los aspectos financieros?
¿La cultura?
Sean cuales sean tus respuestas, estamos bastante seguros de que no has pensado en el concepto de marca empleadora. Si no has oído hablar de él, ponte cómodo, te lo explicamos a continuación.
Hace poco que se empieza a hablar de la marca empleadora en el espacio público, y no sólo en los despachos ocultos de las grandes empresas. Este término se refiere a las percepciones que los empleados y los solicitantes de empleo tienen de su empleador. Significa, básicamente, promover una determinada imagen de la empresa, tanto dentro como fuera de ella, que la haga deseable y diferente de todas las demás empresas competidoras. En otras palabras, es la respuesta a la pregunta «¿Qué cree la gente que significa trabajar para mí?». Si te preguntas por qué sería esto importante para ti, la respuesta es su utilidad práctica.
Tu marca y la de tu empresa son las primeras ventanas de la gente hacia tu actividad e identidad. Puede considerarse como una promesa que haces a tus socios, clientes y empleados sobre tus valores. A menudo se percibe como un compromiso directo de los fundamentos, de las ideas que te hacen avanzar y te guían en tu trabajo diario. Si tus empleados se identifican contigo, con tu empresa y con los valores que aportas al mercado, aumentarás la fidelidad de los empleados a tu empresa.
Además, una marca fuerte, que destaque, es más atractiva a los ojos del comprador. Lo importante es que, a través de los servicios y productos que ofreces, tu empresa transmita las ideas y creencias que fueron la base de su construcción. La gente compra lo que creemos, no lo que vendemos. Por tanto, la marca empleadora es uno de los factores que pueden diferenciarte de tus competidores en el mercado laboral. Una imagen fuerte puede impulsarte a la cima de las empresas donde la competencia es más feroz, pero al mismo tiempo, puede convertirse en un factor de motivación tanto para ti como para tus empleados.
Es importante recordar que se trata de un proceso continuo. Una vez que una marca se convierte en tu representante, como empleador, es necesario mantenerla y desarrollarla a lo largo del tiempo porque nadie quiere tener una imagen anticuada en el cambiante mundo actual. Tanto los clientes como los posibles empleados necesitan una motivación continua para seguir atraídos por tu empresa y por el producto o los servicios que ofreces.